(Nota publicada en Investing.com México)
A cerca de un año de empezar a cotizar en Bolsas y Mercados Argentinos (BYMA), las acciones de Laboratorios Richmond (RICH) tienen un precio inferior al de su debut: cerraron el último viernes a 36 pesos argentinos; salieron al parqué a 37.
En primer lugar, el mercado no convalidó el precio de la Oferta Pública Inicial (IPO, por sus siglas en inglés); después, los papeles reaccionaron a la baja cuando la compañía farmacéutica presentó un resultado acumulado en 2017 inferior al de 2016; y luego se acoplaron a la caída pronunciada que tuvo el mercado argentino en general. Según datos recopilados por el IAMC (Instituto Argentino de Mercado de Capitales), Richmond marcó un mínimo de 25,60 pesos el 29 de junio.
El laboratorio forma parte del sector de “genéricos con marca” y se especializa principalmente en productos de prescripción y “alto costo”. En las líneas de alto costo, su expertise es lanzar el primer genérico al mercado y desarrollar composiciones innovadoras que mejoran la adherencia del paciente al tratamiento (combinaciones en una dosis fija única).
Su suerte en Bolsa fue bastante mejor a la de las últimas IPOs argentinas, tanto las que se efectuaron en el recinto porteño como las que se hicieron en la Bolsa de Nueva York: Loma Negra (LOMA), Central Puerto (CEPU) y Corporación América Airports (CAAP) cotizan al día de hoy muy por debajo del precio al que salieron al parqué.
La empresa reportó este viernes un resultado neto de 12,6 millones de pesos en el tercer trimestre (3T), un 28,8% inferior al mismo periodo 2017. Sin embargo, sus ventas netas alcanzaron los 487,1 millones de pesos, lo que implica una mejora del 92,5% frente al mismo trimestre del año pasado. Además, Richmond finalizó el 3T con una creciente participación de las exportaciones: representaron el 14,7% de las ventas totales. Midiendo la evolución en dólares, las ventas al exterior crecieron un 68,1% con respecto al trimestre anterior y un 76,7% en relación al 3T de 2017. El balance estuvo en línea con la estrategia de regionalización y fortalecimiento del mercado externo de la firma.
Analistas consultados coinciden en que lo peor puede haber quedado atrás para Laboratorios Richmond, ponderan al equipo directivo de la compañía, su estrategia de crecimiento regional, y aseguran que posicionarse en la empresa es una buena idea de inversión a mediano y largo plazo.
Qué dicen los expertos
“Richmond es una empresa bien manejada y con un lindo plan de expansión”, explica Nicolás Cappella, analista senior de InvertirEnBolsa (IEB). “Si uno a esa visión, le agrega que lo recaudado en Bolsa no lo va a utilizar para pagar deuda, sino que va a crecer de manera orgánica, ve que la compañía tiene fines nobles”, añade.
Facundo Linares, gerente general de Banco Meridian, también es positivo respecto al laboratorio argentino. “El sector farmacéutico -señala- es muy pujante y en Argentina no hay ninguna compañía que cotice en Bolsa. Entonces, lo que veo es que teniendo una participación en Richmond, uno puede participar del sector y estar en una empresa en expansión regional, lo que es interesante, y además está apostando a una planta de producción de productos bio- tecnológicos, lo que es muy interesante también. Creo que están haciendo un muy buen camino, aunque el contexto no los ayudó”, dice, en referencia al año difícil que atraviesan las acciones argentinas, por factores tanto externos como internos.
Cappella asegura que tras sufrir una baja importante, “la acción está últimamente bastante bien sostenida. De todos modos, un factor importante a tener en cuenta es la liquidez, que como es baja, potencia tanto las subas como las bajas”. Sin embargo, se entusiasma: “la de Richmond fue una salida a Bolsa chica y nueva; después del IPO, como la colocación no fue exitosa, el mercado prefirió desconfiar, como lo hace siempre. Pero si la empresa consolida la expansión y aumenta gracias a eso su facturación de forma consistente, tener exposición al rubro no está mal”.
Mágali Urquiza Pérez, analista especializada en biotecnología y gurú de FinGuru, se desmarca de los expertos: es mucho más crítica respecto a Richmond y además, si bien no descarta apostar a mediano plazo por el laboratorio argentino, asegura que sus acciones no pueden valer más de 40 pesos. “Es un laboratorio que, salvo por el HIV, no tiene productos de producción propia y sus genéricos pierden terreno en la región con la droga original, por un tema de eficiencia. Richmond no es competitivo. Si bien el sistema de patentes es muy débil en la región, si no redirecciona su estrategia hacia el desarrollo de moléculas nuevas, no va a valer nunca más de 40 pesos”, advierte.
Cómo lo ven los propios inversores
“Me enamoré de su proyecto de salida a Bolsa”, cuenta un contador que es auditor contable en el BCRA (Banco Central de la República Argentina), que invierte en acciones desde hace 40 años y tiene unas 15 mil acciones de Richmond que compró en el IPO. “Consideré que la empresa estaba barata por el potencial que tiene su proyecto ambicioso de crecimiento. Lo que me preocupa, a casi un año de haber comprado sus papeles, es el grado de avance del plan a 5 años”.
El inversor reconoce que, de momento, se “desenamoró” del negocio del laboratorio y que estará muy pendiente de sus próximos balances. De todos modos, por ahora, no se plantea vender, algo que ya hizo, por ejemplo, con la posición que tenía en Loma Negra.
“Richmond es una empresa que vengo siguiendo; la analicé en el momento del IPO y consideré alta su valuación”, explica otro inversor bursátil que apuesta, junto a otros socios, por acciones del Panel General de la Bolsa porteña.
Este grupo inversor empezó a comprar cuando cayó abruptamente el precio de cotización del laboratorio farmacéutico en las semanas posteriores a su salida a Bolsa. “Lo atractivo -explica el entrevistado- es el plan de expansión en Latinoamérica. Además, ellos dolarizaron lo que recaudaron en el IPO a un tipo de cambio cercano a los 23 pesos (23 millones de dólares aproximadamente), y es dinero del cual disponen para ejecutar su plan de inversiones. Por eso, a los actuales precios (80 millones de dólares de capitalización bursátil), nosotros seguimos comprando. Ya tenemos varios millones de acciones de Richmond”.
El inversor reconoce que la empresa tuvo “trimestres malos” por la fuerte devaluación del peso frente al dólar: “en el segundo trimestre de este año, reportó pérdidas extraordinarias, pero es una compañía que espera facturar 1500 millones de pesos este año y más de 3000 millones de pesos en 2019, con una generación de EBITDA cercana al 22% y con 500 millones de pesos de deuda financiera neta. En suma, es un laboratorio con trayectoria, buenos proyectos de expansión regional y un buen management”.
Por su parte, el auditor del BCRA apunta que con los datos del 3T, Richmond demostró que “pudo mantener los fondos captados para los distintos proyectos pese a la evolución del dólar, y también pudo duplicar las exportaciones frente a 2017, y lo hizo con plantas de fabricación ya existentes”. La empresa acaba de iniciar la construcción de una nueva planta oncológica en el Parque Industrial de Pilar, donde ya funciona otra planta de producción de comprimidos y cápsulas. Se prevé que las obras de la nueva planta terminen a finales de 2019.
Desde la compañía
La Oferta Pública Inicial de Richmond representó una capitalización de 524 millones de pesos argentinos; el dinero será utilizado: hasta un 65% en consolidar la operación regional, hasta un 35% en aumentar la capacidad productiva, y hasta un 30% se destinará a la inversión en I+D (para duplicar los lanzamientos) y nuevas tecnologías (creación de valor en nuevos productos).
Después del IPO, el 17,5% de su capital flota libremente en la Bolsa de Buenos Aires. El principal accionista sigue siendo su presidente, Marcelo Figueiras (controla el 38,5%); lo siguen Busnel S.A. (24,7%) y Alberto Serventich (19,3%).
En el momento de salir a Bolsa, los directivos del laboratorio anunciaron que en tres años, se posicionarían en el mercado regional de “alto costo” y que eso derivará en un “aumento exponencial del volumen de exportaciones” de productos oncológicos y para tratamiento del VIH (virus de inmunodeficiencia humana).
La compañía tiene 83 años de historia, pero los accionistas actuales tomaron el control de Richmond hace poco más de 20 años y fueron los responsables del cambio de estrategia que transformó a la empresa en lo que es hoy actualmente, llevando su foco a la especialización en productos de alto costo y a la regionalización de su negocio.
El laboratorio comercializa 81 productos, de los cuales 15 se relacionan con el VIH y 19 son de oncología y oncohematología. Estos productos son de su línea de “alto costo”; pero también tiene 17 que atienden enfermedades del sistema nervioso central (SNC) y otros 10 pertenecen a la línea cardiovascular. Además, posee 3 licencias y tiene 318 autorizaciones de productos registrados en el mercado local e internacional. Y cuenta con 43 productos en su pipeline para los próximos 3 años.
“Los ejes de la estrategia de crecimiento de Richmond son incrementar la capacidad productiva, satisfaciendo la demanda tanto interna como externa; ampliar la capacidad de I+D, duplicando –al menos- la cantidad de lanzamientos por año; incorporar nuevas tecnologías, creando valor agregado en el portafolio de productos, y regionalizar la compañía, consolidando su posición en América Latina”, explica Valentina López, Relaciones con Inversores del laboratorio farmacéutico. De esta manera, la empresa busca “fortalecer su presencia en el mercado externo y sus resultados, a través del ingreso en moneda fuerte”, agrega.
En 2016, la compañía ya había adquirido el 25% de Expofarma en Colombia, y este año compró el 25% de Bamberg de Chile y otro 45% de Expofarma, con lo que elevó su participación en Colombia al 70%. Además, está presente en Medicine Paraguay (controla el 55%), y tiene el 100% de Richmond Perú y Richmond México. En estos últimos dos casos, las firmas ya están registradas para operaciones futuras y comenzarán sus operaciones en el año 2020. Por fuera de América Latina, el laboratorio exporta al Norte de África, Tailandia y Filipinas.
Hacia adelante
En la empresa reconocen que en un primer momento, el mercado no convalidó el precio de la acción y posiblemente los resultados al cierre de 2017 hayan dejado una mala percepción para los inversores. No obstante, el papel de Richmond ha mostrado ciertas señales de resistencia, y si bien acompañó la tendencia del mercado argentino en los últimos meses, no se ha derrumbado de forma drástica. El laboratorio sigue notando un interés creciente por parte de inversores en conocer y apostar al proyecto.
Dentro de las perspectivas que acompañan al balance del 3T, la firma asegura que “continúa participando activamente en tareas comerciales, promocionales, regulatorias, financieras y logísticas dentro de los territorios objetivo, entre ellos, Chile, Colombia, México, Bolivia, Paraguay, Perú, Guatemala y República Dominicana”. También informa que “se encuentran en etapa final las aprobaciones de los registros en Argelia, lo que permitirá expandir las exportaciones en destinos no tradicionales”.
Con todo, Richmond enfrenta algunos desafíos de cara, sobre todo, al 2019: ¿podrá incrementar las ventas de manera “exponencial”, tal como lo planteó en el momento del IPO, considerando que todavía no estará lista su otra planta oncológica? Y también flota en el aire un desafío de índole político, ya que el año que viene Argentina celebra elecciones generales. Si el próximo gobierno se planteara controlar/regular el precio del dólar, ¿cómo podría impactar sobre la empresa?
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