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La historia de Charlie Supph, uno de los analistas y operadores más respetados del mercado


Dicen que las apariencias engañan. Y la imagen que transmite Charlie Supph, uno de los analistas y operadores más respetados del mercado local, se asocia quizás con la seriedad, la disciplina o la templanza. Sin embargo, se confiesa rebelde, da ejemplos de ello e incluso relaciona esa forma de ser con su ingreso al mundo bursátil, hace ya 30 años.


“A los 8 años ya me iba solo a la cancha, y a los 13 vi a Queen en el estadio de Vélez”, recuerda Supph, llamado en realidad, Carlos Darío. Siempre fue fanático -"un enfermo", según sus propias palabras- del fútbol y de Independiente. También se describe como “un loco” de la música, “bien de los ‘70/80, tremendas décadas en materia musical”, precisa.


En épocas de juventud y rebeldía, usaba el pelo largo, muy largo, asistía a recitales de rock cada fin de semana, y como anécdota en relación a una de sus grandes pasiones, cuenta que dio varias vueltas olímpicas “dentro de la cancha, literal, en el césped” en las épocas en que su equipo se ganó el apodo “Rey de Copas”, por la cantidad de campeonatos que obtuvo, de la mano del máximo ídolo de la historia de Independiente, Ricardo Bochini.


Su espíritu aventurero lo llevó a viajar mucho, desde muy joven; vivió en Israel y unos años en Suecia. A nivel estudios, pasó, de manera errática, por las carreras de Arquitectura, Sociología y Economía. Trabajó como vendedor de billetes de lotería, en una empresa de serigrafía y hasta en una morgue, entre otros múltiples empleos. Pero fue una vivencia personal lo que despertó en Charlie “el bicho de los números”.


Su acercamiento al mercado


A finales de los ‘80, cuando trabajaba en una playa “paradisíaca” del sur de Israel, tuvo su “primer encuentro con los números”, rememora. Fue cuando un cliente alemán le preguntó si cambiaba dinero. Su primera reacción fue “naif”, confiesa: “le dije si en el hotel o en el banco no le cambiaban, y el alemán me respondió que no tenía ganas de hacer ese viaje”. Rápido de reflejos, Charlie le propuso un precio intermedio, entre el del banco y el del hotel, y empezó a notar cómo se le asomaba un negocio.


Ya radicado en la Argentina y en momentos de hiperinflación, “me metí más de lleno en los números, y rápidamente me atrapó el mercado financiero y bursátil, básicamente el mercado de acciones”, señala. Con una formación completamente autodidacta, “para el año 91/92, ya me había hecho unos mangos, aunque con aciertos y desaciertos”, admite.


Después de 30 años de presencia en el mercado, a la edad de 52 y con un hijo de 18 (Ramiro), Charlie se describe como “medianamente estricto en lo técnico, aunque también me gusta mucho el análisis fundamental. Es decir, me gusta aplicar la técnica, pero sabiendo qué producto estoy operando; y también interpreto datos económicos, un discurso o los efectos de una movida de tasas. De todas maneras, en mi caso, la toma de decisiones de inversión es técnica”, resalta.


Hoy, desde su perfil de Twitter -su cuenta, @chtrader, tiene cerca de 12.000 seguidores- se presenta como analista, asesor y operador de mercados bursátiles y financieros a nivel nacional e internacional. “En los últimos 25 años, vengo operando más mercados externos, en una proporción del 70%”, precisa.


Además, es idóneo por la CNV (Comisión Nacional de Valores), tuvo un micro-programa de radio propio y desde el año 2010 tiene un blog: Behind the Lines (Detrás de las Líneas; btlplus.blogspot.com), donde comparte sus análisis de manera casi diaria y postea alguna que otra anécdota personal.


Sobre su manera de operar, explica que lo suyo es la tendencia: “no hay que descubrir ni el mínimo ni el máximo: voy con la tendencia. Prefiero comprar más caro pero más seguro antes que encontrar el mínimo”, puntualiza. Con respecto a las pérdidas, la lección de Charlie es sencilla: “hay que cortarlas rápido, y para eso existe el stop loss: sirve para salvar el pellejo”. Respecto a la ideología, asegura que lo mejor es dejarla de lado: “cuando opero, opero”, dice cortante.


Siendo hoy uno de los operadores con foco en el chartismo más respetados del mercado local, Supph hace una defensa interesante del análisis técnico: “las líneas de los gráficos no son dibujos animados; son líneas que se anteponen a lo que va a suceder”. Para explicarlo mejor, enumera los pilares básicos de este tipo de análisis: “la historia se repite, se marcan tendencias en el mercado, los precios se mueven en conjunto, y los precios descuentan todo”.


El mercado de capitales y la economía


“Creo fervientemente en el mercado de capitales como pilar fundamental para el desarrollo económico de un país. El mercado es un fiel termómetro de lo que puede pasar después en la economía real”, enfatiza. “Esto no es una timba”, se defiende ante “la imagen dantesca que tiene la Bolsa argentina”, y agrega que, en todo caso, el mercado puede tener un 5% de timba.


El viernes anterior a las elecciones PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), cuando el mercado se mostró eufórico anticipando un resultado que no fue, Supph vendió las posiciones que tenía abiertas en Argentina. Lo hizo tras participar de un almuerzo con un grupo de 10 viejos amigos en una pizzería, en honor a uno de ellos que vive en Houston y estaba de visita en Buenos Aires.


“Se armó una encuesta sobre qué iba a pasar ese domingo; me miraban como a un bicho raro porque yo esperaba un 4% de diferencia a favor de la fórmula Fernández-Fernández, mientras que todos los demás veían una diferencia de entre el 10% y el 15%. Volví a la Bolsa, y cuando vi que a pesar de la suba no se habían quebrado las resistencias técnicas, el dólar no aflojaba y no subían los bonos, decidí vender”, relata.


El día posterior a las elecciones primarias, las acciones locales se derrumbaron un 50%. De todas maneras, Supph asegura no creer “para nada en las coincidencias. Y nadie se ha muerto por tomar ganancias”, reflexiona, sin perder la serenidad.


Sobre la situación actual de mercado, opina que “lo peor no pasó”, y lo argumenta haciendo una comparación con otras crisis argentinas. “En el mercado de capitales, el termómetro son los bonos, por el volumen que operan; no veo demanda genuina en la renta fija, y además, la gráfica es parecida, por no decir un calco, a la de 2001-2002, cuando el Merval bajó un 85% en dólares, más que la media de otras crisis, que es de un 65% de caída", explica.


"Actualmente, el Merval acumula una caída del 78%, siempre en dólares. Entonces, ¿puede haber rebotes? Sí, y de gran envergadura. Pero la perspectiva indica que, en este momento, más que pensar en ganar, el que gana es el que se mantiene al margen, esperando el desenlace”, asegura. A mediano plazo, Supph no descarta ver valores más deprimidos. Es lo que le anticipan sus gráficos.


Entre el bajo perfil, la rebeldía y la disciplina


En su blog, y también a través de sus posteos en Twitter, Charlie demuestra que le gusta mucho hacer docencia. Suele dar cursos, tanto presenciales como online. “Me gusta explicar el análisis técnico y aplicarlo. Y no me gusta la sanata, ni que sanateen”, advierte.


Como consejo, quizás, para los inversores u operadores más novatos, destaca la paciencia, el conocimiento y la humildad de reconocer que “no se hacen ganancias constantemente”. Y enfatiza que en la operatoria bursátil, le gusta “planificar algo y que resulte. Es muy importante tener responsabilidad en la toma de decisiones”, completa.


Además, cree que hay “una masa crítica de pibes capacitados pero no adentrados en crisis, y en situaciones como la actual, ayuda mucho la experiencia. Lo importante es tener siempre los pies sobre la tierra, aunque siempre nos podemos equivocar todos”, dispara, con la sabiduría de los poco arrogantes.


La humildad tiene bastante que ver Charlie Supph: aunque le incomoda reconocerlo de forma abierta, anticipó la crisis financiera de 2008, la que dispararon las hipotecas subprime en Estados Unidos. “En ese momento, yo era cliente de Lehman Brothers y mis estudios me decían que se hacía percha”, describe en lenguaje popular. “Casi todas las grandes crisis son precedidas de épocas de mucha bonanza en Estados Unidos”, agrega.


Pese a haber trabajado unos años en el Bank Boston y en Boston Securities, el costado rebelde de Charlie lo hizo renunciar, incluso en momentos muy difíciles para el país: nunca le gustó eso de ser empleado, estar atado a horarios o tener que encerrarse siempre en una misma oficina.


Proveniente de una familia de clase media “más bien humildona”, en la que "nadie tenía nada que ver con los números, fui diferente, y el hecho de ser rebelde significa en parte ser arriesgado en la toma de decisiones”, señala.


Sin embargo, su costado de hombre disciplinado queda en evidencia cada día, de lunes a viernes, cuando a las 08:45 hace su ingreso a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA), prende las luces del recinto y se acomoda en su butaca. “Yo acá vengo a laburar; dispongo de mi tiempo y no me gusta figurar”, concluye. Así, hace hincapié, quizás sin desearlo, en su bajísimo perfil.


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