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El día que David Bowie hizo historia al emitir bonos en Wall Street

Actualizado: 20 jul 2019


Hace más de 20 años, en enero de 1997, el músico y compositor británico David Bowie hizo historia en el mercado financiero de los Estados Unidos, al emitir bonos titulizados, respaldados en sus propios derechos de autor.


Con esta operación, obtuvo 55 millones de dólares. Se trató de un hecho histórico, ya que fue la primera vez que un título estaba vinculado a una persona física. Por eso, es un caso que suelen presentar a sus estudiantes los profesores de finanzas.


Bowie lo hizo cuando se dio cuenta que en la década del ‘70 no era dueño de su propio trabajo, ya que su ex manager, Tony DeFries, tenía parte de la propiedad intelectual de sus temas musicales. Así, con la emisión de estos bonos, el llamado "Duque Blanco” pudo recomprar parte de su obra.


La historia fue así: el responsable de los negocios de Bowie, William Zysblat, de la organización Rascoff Zysblat, le comunicó su idea financiera al músico, tras conversar con David Pullman, director general del grupo Fahnestock & Company de Nueva York, y el representante legal Richard Rudder, jefe de prácticas de securitización en Willkie, Farr & Gallagher.


Tras evaluar otras alternativas financieras, “Pullman, Rudder y Zysblat determinaron que una emisión de bonos respaldada en activos sería más beneficiosa para los intereses de Bowie que un acuerdo de distribución tradicional, porque le permitiría afrontar mayores ganancias financieras”, explica Jennifer Sylva, en un artículo publicado en el Santa Clara High Technology Law Journal.


En dicho paper, utilizando la emisión de los llamados “Bowie bonds” como antecedente, Sylva aborda la securitización de los derechos de propiedad intelectual como un vehículo poderoso para financiar alta tecnología, y asegura que son “una alternativa viable de financiación para una compañía de alta tecnología con una corriente consistente de ingresos generados por su propiedad intelectual”.


Lo cierto es que David Bowie llegó a un acuerdo con el sello discográfico EMI que le permitió agrupar y vender bonos en regalías por 25 discos editados entre 1969 y 1990. Dentro de esas regalías, se encontraban varias canciones de Bowie que habían ingresado a las 100 más vendidas de Billboard.


“Como resultado, recibió 55 millones de dólares. Los bonos fueron emitidos con una tasa fija del 7,9% y eran a 10 años aunque alcanzaban su madurez a los 15. Fueron vendidos en forma privada a la compañía de seguros Prudential”, sintetiza el artículo de la Universidad de Santa Clara.


Lo de Bowie fue, en realidad, una “titulización respaldada por derechos de propiedad intelectual que se transformaron en bonos”, explica en modo didáctico Reyes Pariente, en una nota que publicó el banco BBVA el 10 de enero de 2018, con motivo del segundo aniversario del fallecimiento del músico.


Bowie, al ser titular de estos derechos, les prometió a los inversores “una participación en los beneficios recibidos procedentes de los royalties o derechos de autor. El cobro de los mismos, permite a dicho titular devolver el principal más los intereses prometidos”, agregaba Pariente en su artículo.


Un visionario a todo nivel


La influencia y el legado de David Bowie, nacido como David Robert Jones en el sur de Londres (Brixton) en 1947, fue y es notable en otros músicos.


En la película “Control” de Anton Corbijn, que se basa en la vida de Ian Curtis -el enigmático cantante de Joy Division-, se puede ver a éste practicando su particular forma de moverse frente al espejo mientras canta en su habitación, escuchando vinilos de Bowie.


Tras la muerte del Duque Blanco en enero de 2016, Yoko Ono declaró que, junto a John Lennon, veían en David a alguien tan cercano “como un familiar”. Lennon y Bowie habían compuesto y grabado “Fame” en el año 1975.


Unos años después, junto a Queen, Bowie lanzó “Under Pressure”, y con Mick Jagger, “Dancing in the Streets”. Ambos temas se convirtieron en dos clásicos de la música popular.


David Byrne, Pearl Jam, Nirvana, Tina Turner, Beck, son apenas un puñado de la inmensa cantidad de músicos y grupos que le han rendido y le rinden todavía tributo, versionando sus canciones.


Y hasta el astronauta Chris Hadfield hizo, desde la Estación Espacial Internacional, otro de sus clásicos, “Space Odditty”. El propio Bowie calificó a esa versión como la “más conmovedora” de todas.


Pero la mente de Bowie iba mucho más allá de la música y el arte: era un verdadero visionario. Además de la histórica emisión de bonos, lanzó un banco digital, BowieBanc, en el año 2000, antes de la explosión fintech. En 1983, mientras grababa “Serious moonlight” y estaba de gira, realizó todas sus comunicaciones a través del correo electrónico, algo incipiente en ese entonces.


En 1999, en una entrevista con Jeremy Paxman de la BBC, vislumbró el potencial “inimaginable” que tendría Internet sobre nuestras vidas. También anticipó el poder que adquiriría la piratería digital frente a los sellos discográficos.


¿Es posible otro “héroe” hoy en el mercado?


La emisión de Bowie sirve como ejemplo para ver que “el rango de posibilidades entre los derivados es muy amplio, y depende de la creatividad el uso que se puede hacer de los instrumentos disponibles” en el mercado, señala Pablo Mateu, profesor de filosofía, licenciado en sistemas y analista CFA que trabaja en Allaria Ledesma hace más de 14 años.


El economista Ezequiel Baum, creador de Trainer Financiero y co fundador de Pagos Futuros, asegura que “todo lo que hizo Bowie en el arte y en su vida, fue siempre arriesgado. Pero quizás lo interesante de este experimento es que las finanzas y el arte suelen ser espacios separados: el dinero, los negocios, son en general concebidos como algo terrenal o materialista, mientras que el arte es algo elevado y espiritual. Por eso, creo que diseñar un mecanismo para conseguir fondos para producir arte, en este caso música, con una arquitectura tan compleja como es la emisión de bonos respaldados con los derechos intelectuales, es una obra de arte en sí”.


Tras los “Bowie bonds", estrellas de la música como Iron Maiden, James Brown y Rod Stewart hicieron emisiones parecidas. La aseguradora Prudential mantuvo los bonos de Bowie hasta su vencimiento.


El caso de la emisión de Bowie “es siempre replicable”, según Pablo Mateu, aunque “no tanto en Argentina, ya que las condiciones para la creatividad están siempre muy acotadas dadas las circunstancias adversas”.


Para Ezequiel Baum, también puede suceder un caso similar hoy en día. De hecho -explica- sería darle una vuelta de tuerca al crowdfunding (financiación colectiva). “Hoy se puede apoyar con dinero un proyecto que nos gusta como mecenas o simplemente como consumidores, pre-ordenando la compra del álbum o el libro. Pero si a esto le agregamos un mecanismo que remunere a los que ponen ese dinero con algo más que el sentimiento de haber formado parte o tener acceso anticipado, barato o exclusivo al contenido, ahí habría ya un caso”, señala.


La clave es ver las regulaciones de la SEC (Securities and Exchange Commission, en el caso de Estados Unidos) y de la CNV (Comisión Nacional de Valores) para el caso de Argentina, “porque cuando se ofrece públicamente un negocio, aunque no tenga cotización en un mercado secundario, como fue el caso de los bonos de Bowie, el regulador siempre tiene algo para auditar”, concluye el director de Trainer Financiero.

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