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Cómo es ser mujer y estar al frente o trabajar en una mesa de dinero


Si bien la participación de las mujeres en el mundo esencialmente masculino de las finanzas es algo en crecimiento en estos últimos años, no es muy habitual ver a éstas ocupar posiciones en mesas de dinero.


Sin embargo, como en todo, hay excepciones. Leticia Canclini, María Inés “Meme” Gutiérrez y María Haydée Vargas son jefas o coordinadoras de mesas de operaciones, y dos de ellas están en sus puestos desde hace varios años.


Por otro lado, Betsy Szewach, Belén Fourcade y Brenda Mitidiero Soto son otros ejemplos de mujeres que trabajan o han pasado por mesas de dinero, inclusive por algunas importantes, como la de Banco Hipotecario, Banco BBVA o la del mismísimo Banco Central (BCRA).


Casi todas aseguran que nunca se sintieron discriminadas por su condición femenina, pero una que otra reconoce que tuvo que demostrar dos veces que valía para el puesto.


Todas ellas se sienten antes que nada mujeres, y dan cuenta de cómo la característica femenina de escuchar al otro, por ejemplo, las ha ayudado en sus respectivas carreras profesionales.


En puestos jerárquicos


Leticia Canclini tiene hoy 52 años y es, desde 2009, jefa de la Mesa de Operaciones Financieras de Nuevo Banco Santa Fe, del grupo Banco San Juan (Grupo Petersen), que cuenta con presencia en las zonas más ricas y productivas de la Argentina.


“En una mesa de dinero vale mucho la palabra. Hay que ser extremadamente confiable, tener códigos, ser rápido para operar y tener muy buenos vínculos”, empieza a describir Canclini, oriunda de Rafaela, Contadora Pública por la Universidad Nacional del Litoral (UNL), aunque vinculada al sistema financiero desde 1993, a través de su trabajo en diferentes entidades y en distintas ciudades, hasta que aceptó ser trasladada por Banco Santa Fe -banco para el que trabaja desde 2001- a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) en 2006, momento desde el cual fue empleada de la mesa de dinero hasta 2009, cuando fue promovida a jefa.


“Hay algo particular que tiene trabajar en finanzas, y es que tiene un comienzo y también un final”, dice, en alusión a la rueda de negociación. “Todo hay que hacerlo dentro de esa franja horaria”, agrega, ilustrando la presión que implica.


La mesa que está bajo su responsabilidad presta servicios a los cuatro bancos de Grupo Petersen, que son también agentes financieros de sus respectivas provincias de origen. Además del de Santa Fe y el de San Juan, los otros bancos son los de Entre Ríos y el de Santa Cruz.


“Luego de varios trabajos y después de 8 años de ser una feliz mantenida, entré acá”, apunta desde su escritorio en el Banco Ciudad de Buenos Aires, María Haydée Vargas, nacida en San Rafael, Mendoza, y verdadera veterana de las mesas de dinero. Tiene 64 años de edad, 41 de casada, y en marzo de 2020, cumplirá 27 años en el Ciudad, donde hizo carrera en la mesa de dinero durante los últimos 24 años. Hace casi 3 que alcanzó el puesto de coordinadora.


Para ella, todo comenzó en 1993, cuando tenía 37 años y su familia -formada por su esposo y su hija, Florencia- entró en necesidades económicas. Una amiga le avisó que el Banco Ciudad buscaba un “auxiliar”, mediante un aviso en el diario. Vargas se presentó y consiguió el puesto, con su único título de Bachiller Técnica Agraria, aunque con un promedio de 9,75. Ya se había instalado en CABA porque una de sus hermanas (son 4 en total) “está casada con un porteño”.


El banco le pagó una carrera y un posgrado en la UCA (Universidad Católica Argentina): Organización Bancaria y Derecho Financiero y Bancario. El límite de edad para ingresar al Ciudad eran los 38 años. Haydée lo remarca, como haciendo alusión a algo relacionado a su propio destino y el aviso en el periódico de aquel día, lejano hoy en el tiempo.


Hablando específicamente de su puesto actual como coordinadora de la mesa de dinero, Vargas rescata principios como la puntualidad y la responsabilidad, pero también habla del olfato o la intuición, tan característica de las mujeres. Y de sus “años de experiencia”, claro.


“Me enamoré de lo que hago. No me pregunté si me gustaba o no”, indica. “Si lo pienso, todas las cosas que me pasaron por ser mujer son positivas”, asegura.


En la ciudad de Rosario, la mesa de Matba Rofex, el nuevo mercado donde se negocian contratos de futuros y opciones sobre activos financieros y commodities, está a cargo de Meme Gutiérrez, Contadora y Licenciada en Ciencias Empresariales por la Universidad Austral, y con una Maestría en Finanzas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).


“En realidad, siempre trabajé en Rofex, desde que hice una pasantía en el área de Tesorería en el año 2004, hasta que en 2006, el gerente general me dijo que veía muy positivo que haya mujeres en la mesa de dinero”, rememora Gutiérrez, que hoy tiene 38 años y estuvo como operadora hasta 2013, cuando ascendió a responsable de la mesa de operaciones. Desde 2016, es la gerenta de operaciones de Matba Rofex, luego de la fusión entre ambos mercados.


“Creo que por el hecho de ser mujeres, tenemos un freno inhibitorio, quizás. O al menos, los hombres con los que interactuamos a nivel profesional son extremadamente respetuosos”, explica. Y resalta la calidez femenina “de la relación no presencial, porque es telefónica” con los clientes, y el “siempre intentar escuchar”. En su opinión, especialmente en situaciones de crisis, “te da herramientas el hecho de ser mujer”.


En el llano


Siendo muy joven, Betsy Szewach, actual gerente comercial de Proficio Investment, recaló en la mesa de dinero del BCRA al hacer una pasantía de verano mientras cursaba su Licenciatura en Ciencias Económicas en la Universidad del CEMA.


“Quedé seleccionada para el Área de Administración de Reservas, y como eran vacaciones, a la semana de entrar, quedé trabajando con un solo operador en la mesa. Tenía 21 años y tenía que pedir y comparar las tasas de depósitos de los distintos bancos para invertir las reservas”, recuerda. “Era hablar con 20 contrapartes de afuera de Argentina, todo en inglés”, agrega.


Luego de hacer el Máster en Finanzas en la misma casa de estudios, Betsy trabajó, entre otras cosas, como consultora para una empresa del Grupo Santander y para Respsol YPF. En 2013 volvió al mundo de las finanzas, primero en Proficio Investment, después pasó por la mesa de dinero del Banco BBVA, atendiendo el segmento de clientes institucionales, y en menos de dos años, se pasó a una posición similar, pero en Banco Macro.


“La verdad es que yo siempre me sentí muy cómoda trabajando en ambientes de hombres”, dispara Szewach. “Me ha pasado de ir a reuniones donde éramos diez hombres y yo la única mujer, por ejemplo. Eso es algo que pasa mucho en finanzas. Pero siempre que tuve algo para aportar, me hice escuchar”, añade. En mayo de 2018, volvió a Proficio, donde parece haber alcanzado al fin un equilibrio ideal entre su rol profesional y el de madre de dos hijos (Mati y Nacho).



Si bien Belén Fourcade, Licenciada en Economía Empresarial por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), forma parte actualmente del Departamento de Relación con Inversores de Banco BBVA, trabajó en la mesa de dinero de Banco Voii cerca de 3 años, hasta octubre de 2018.

“La mesa es un ambiente con mucha tensión y donde suele haber una agresividad consecuente de los tiempos que se manejan dentro del horario de negociación”, ejemplifica. “Hay que tener poder de reacción para cerrar una operación con rapidez”, agrega. Sin embargo, más allá de los adjetivos “preciosa” o “chiquita” con los que algunos de sus contrapartes respondían al teléfono, asegura que nunca sintió discriminación cuando ocupaba su puesto de trader en Voii.


Por último, el caso de Brenda Mitidiero Soto es un tanto particular, pero por una característica personal de ella: su voz aniñada.


Hace dos meses que Brenda empezó a trabajar como sales trader de renta fija de mercados emergentes en AdCap, pero antes hizo lo mismo en Banco Hipotecario, además de haber sido administradora de carteras en BNP Paribas Asset Management, entre otros puestos, a pesar de que sólo tiene ahora 30 años.


“En uno de mis primeros trabajos, hacía descuento de cheques, en la parte de análisis de riesgo. Entonces me metí en la mesa de esa sociedad de Bolsa y me hice amiga de todos los varones de la mesa, cuando yo tenía 22 años y ellos tenían de 40-50 para arriba… Me interesó mucho, aprendí; hasta que un día le dije al jefe de la mesa cuándo iba a tener un lugar ahí para una mujer. Y se me murió de risa en la cara, literal. Me quedó marcado en la frente; en ese momento, me di cuenta de lo machista que era el ambiente”, relata.


Sin embargo, Mitidiero, que estudió Economía en la Universidad del CEMA, hizo la Maestría en Finanzas en la UTDT y terminó el Máster en Finanzas en HEC París, asegura que pudo hacerse su lugar, aunque le costó “mucho; al principio me costó muchísimo, porque es un ambiente en el que casi no hay mujeres y en el pasado, tuve que transitar por situaciones de destrato, falta de respeto y discriminación”, denuncia.


Siempre femeninas


“Hay mucha presión y estrés en una mesa de dinero. Antes respondían mejor los varones a situaciones de ese tipo, pero frente a situaciones de crisis, lo importante es no dudar. Y el estar formado o manejar información, a veces más que los hombres, favoreció la inserción de la mujer”, señala Leticia Canclini, la jefa de Operaciones Financieras de Banco Santa Fe.


“Me he sentido más reconocida por el hecho de ser mujer. Es más: me ha resultado beneficioso ser mujer. Todo pasa por saber ubicarte en tu lugar”, afirma Vargas.


Desde su puesto de gerenta de la mesa de operaciones de Rofex Matba, Gutiérrez acota que “la interacción con una mujer es más franca, y no suele incluir el grito y la agresión. Como mujeres, sumamos desde otra perspectiva porque una, quizás, logra generar una confianza que permite que los clientes compartan aspectos también de su vida personal”, dispara. “Nunca me concentré en las desventajas por ser mujer”, completa.


“Hoy, el sector tiene como característica ser extremadamente exigente, y es bien resultadista. Sin embargo, nosotras tenemos una forma de comunicación diferente, otro tanto con la gente”, indica Canclini.


Por su parte, Betsy Szewach repara en un hecho que no es menor: “a muchos hombres o mujeres jóvenes les cuesta ponerse en el lugar de una mujer madre que trabaja. Creo que tenemos que ayudar a otras mujeres a que hagan su camino, porque sabemos lo difícil y agotador que puede ser”.


Brenda Mitidiero acota que “hoy, los hombres de menos de 40 años ya nacieron con la imagen de una mujer que trabaja”. Pero añade que, trabajando en mesas de dinero, aprendió “a poner los puntos. No me gusta dejar pasar las cosas, y creo que eso ayuda a dejar el camino hecho para las mujeres que vienen después”.


En suma, todas se consideran femeninas, antes que feministas. Tanto, que al momento de pedirle de hacer una foto, María Haydée Vargas, la coordinadora de la mesa del Banco Ciudad, lo demuestra al pedir permiso, abrir su cartera y sacar un cepillo para el pelo y un lápiz labial.

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